Digitalización financiera para una inclusión financiera efectiva: Barreras e intervenciones
La digitalización financiera se ha acelerado con la pandemia del COVID-19. ¿Qué medidas podemos adoptar para que esta sea realmente efectiva?

La digitalización financiera se ha
acelerado con la pandemia del COVID-19. ¿Qué medidas podemos adoptar para que
esta sea realmente efectiva?
En gran parte de los países
desarrollados y en desarrollo, durante los últimos años, se ha promovido la
digitalización de los productos financieros como un medio para lograr una mayor
inclusión financiera y de mayor calidad para los ya incluidos. La
digitalización financiera se ha visto acelerada por la pandemia de COVID-19, y
la población más vulnerable y excluida del sector financiero ha pasado a estar
incluida, en muchos casos, al recibir transferencias y pagos de programas
sociales mediante medios digitales.
Digitalización financiera:
Tradicionales y nuevas barreras para la inclusión financiera
La digitalización de los
productos financieros puede promover la inclusión financiera al desmitificar y
reducir algunas de las barreras tradicionales que limitan la participación en
el sector financiero formal (Di Giannatale y Roa, 2019).
En primer lugar, reduce las
barreras de accesibilidad física al permitir su uso en áreas remotas, de
difícil acceso, o con poca densidad de población, donde no es rentable o
posible abrir una sucursal o un cajero. Elimina o disminuye además el riesgo
que implica desplazarse a una sucursal en algunas zonas de violencia o con altos
grados de inseguridad. Esto último, cobra especial relevancia en el caso de las
mujeres, a las que, además de esto, se les suman restricciones y prohibiciones
de movilidad o interacción social.
En segundo lugar, la
digitalización de la información de los clientes financieros sobre los
productos que utilizan de forma regular o sus comportamientos financieros,
puede ayudar a las instituciones financieras al diseño de productos y servicios
financieros adaptados a las necesidades de los distintos grupos de
población.
En tercer lugar, desde el punto
de vista de la asimetría de información, estos datos también pueden ser
utilizados para valorar la elegibilidad de los clientes con métodos
alternativos a los tradicionales como los buros de crédito o garantías o
colaterales (Einav et al. 2013). El uso de estas nuevas
metodologías para medir la elegibilidad de un cliente es realmente valioso para
poblaciones vulnerables, las cuales no suelen contar con documentación
(nóminas, etc.) y colaterales que les permitan acceder a los productos
financieros que ofrecen las instituciones formales (Klinger et al. 2013).
Finalmente, la disminución de
costos de transacción y de información, junto con la aparición de nuevos
actores financieros, como las empresas Fintech, pueden además promover una
mayor eficiencia y competencia que reduzca los costos y comisiones de los
productos financieros digitales, y haga su uso accesible económicamente
hablando a un mayor número de personas.
En resumen, la digitalización
financiera podría suscitar la inclusión financiera a través de la eliminación
de fricciones o barreras que limitan la accesibilidad física y económica, así
como la elegibilidad.
Cabe notar, sin embargo, que a
pesar de que los medios digitales podrían reducir las tradicionales barreras al
acceso financiero, la digitalización financiera podría dar lugar a que
aparezcan nuevas fricciones y barreras. Incluso que las que ya estaban
presentes se agudicen aún más. Del lado de la oferta, la accesibilidad
económica podría verse limitada, en primer lugar, si el costo de uso de datos
es elevado, por falta de competencia y regulación adecuada en el sector de
telecomunicaciones. Sumado a lo anterior, si para llevar a cabo transacciones
financieras o adquirir productos o servicios financieros se requieren teléfonos
inteligentes o computadoras, estos equipos podrían no estar al alcance de gran
parte de la población por su alto costo. También, del lado de la elegibilidad económica, el costo de usar los
medios digitales para realizar transacciones financieras podría ser elevado,
así como la falta de interoperabilidad. Por último, existen zonas remotas o
rurales donde todavía no hay infraestructura física o cobertura que permita el
uso de los medios digitales y, aunque esta exista, algunos negocios no cuentan
con el equipo ni el capital humano en términos de capacidades financieras para
poder recibir pagos o transferencias digitales.
Del lado de la demanda, en primer
lugar, la falta de educación financiera y de educación digital, pueden llevar
al desconocimiento de estos productos o a no saber usarlos de forma que los
usuarios no se apropien de los potenciales beneficios que estos ofrecen. En
segundo lugar, otra barrera esencial es la falta de confianza. Esta falta de
confianza en el caso de los medios digitales proviene principalmente de los
posibles fraudes cibernéticos, de las fallas tecnológicas, o por la sustitución
de la relación personal con la institución financiera a una relación con
canales o medios tecnológicos. En tercer lugar, el bajo uso de los productos
digitales puede esconder una forma de evitar la fiscalidad y formalidad que
conlleva el uso de productos financieros formales, digitales o no.
Por último y no menos importante,
la literatura de Economía del Comportamiento ha documento distintos sesgos de
comportamiento o aspectos psicológicos de las personas que podrían afectar a
las decisiones financieras relacionadas con el uso de medios digitales (Karlan et al. 2016; Benartzi y Lehner, 2015; Roa, 2013; Brasel y Gips, 2014; Mangen et al. 2013; Lusardi, 2017):
Se toman decisiones menos convenientes con teléfonos inteligentes. Por ejemplo, los millenials que realizan transacciones
financieras con medios digitales, quienes tienen peores comportamientos
financieros que los que no lo usan, en especial en términos de sobre
endeudamiento o consumismo.
La información se procesa mejor en papel que en pantalla. Esto que puede llevar a tomar peores decisiones. Aunque lo lúdico es
más divertido y se le presta mayor atención.
Lo que es visualmente atractivo puede llevar a comprar más o productos más
caros.
La inmediatez de lo digital, no da tiempo a pensar. La facilidad de comprar con solo un clic, puede ser beneficioso
(ahorra costos de tiempo) o contraproducente (impulsar a comprar lo que no
necesito o bienes de tentación).
Políticas y medidas para una
digitalización financiera efectiva
Para lograr un mayor y mejor uso
de los medios digitales es necesario el diseño e implementación de un paquete
de medidas holísticas con respuestas de política de oferta y demanda que
atienda las posibles barreras que pueden dificultar el uso de productos
financieros digitales mencionadas en los párrafos anteriores.
Por un lado, debe existir un
paquete de políticas del lado de la oferta, que garantice la existencia de
infraestructura y cobertura para el uso de nuevas tecnologías. Conjuntamente,
deben existir marcos de regulación que promuevan la competencia y eficiencia de
los sectores de telecomunicaciones para lograr que los precios de uso de datos
sean asequibles y competitivos. De igual forma, esto debe suceder del lado del
sector financiero y los distintos actores que ofrecen el uso de medios
digitales para las transacciones financieras, tanto banca tradicional como los
nuevos actores Fintechs, de manera que los precios y comisiones de su uso de
estos productos sean competitivos y asequibles para toda la población.
Del lado de las políticas de
demanda, el fomentar las capacidades financieras y los marcos regulación de
protección al usuario financiero es cardinal, más aun pensando en el creciente
número de personas en situación vulnerable que han sido incluidos en el sector
formal mediante productos y canales digitales. En ese sentido, la educación
financiera, proporciona conocimiento de la existencia y del buen uso de los
medios digitales financieros (Díaz y Conde, 2017). Por su lado, los medios
digitales se convierten en una excelente oportunidad de mejora para las
intervenciones que tratan de promover las capacidades financieras. Mediante el
uso de aplicaciones y el “robot advice”, estos medios incorporan
elementos que han sido reconocidos como exitosos a la hora de promover
comportamientos financieros; como son el uso de elementos lúdicos y
personalizados, recordatorios, el permitir establecer metas financieras, y el
proporcionar información cuando se necesita (teachable moments), además de
medir comportamientos financieros.
Al mismo tiempo, es necesario
fomentar las capacidades digitales, en especial las de las poblaciones más
vulnerables y tradicionalmente excluidas. En América Latina los planes de
gobierno para promover la digitalización financiera, además de mejorar la
infraestructura física, se dirigen a fomenta las habilidades digitales, no solo
las financieras. Este es el caso de Argentina, Bolivia, Colombia, Chile y
México (Zaballos et al. 2019).
Del lado de la protección al
usuario financiero, la creciente digitalización trae consigo una mayor
generación, recopilación, almacenamiento y uso de datos personales y
transaccionales, que pueden facilitar una mejor comprensión de los hábitos y
las necesidades de los usuarios, pero también los expone ante mayores peligros
por el uso no adecuado de esta información (OECD, 2018). A la luz de que estas
innovaciones permiten acumular información privada y sensible, la poca o nula
claridad sobre el manejo de datos puede exponer a los usuarios, o generar
suspicacias para su uso. De ahí la importancia de las medidas y marcos
regulatorios de protección al usuario financiero.
Existen a su vez estudios
que muestran los riesgos de los créditos digitales, donde existe una correlación
positiva entre obtener este tipo de créditos y haber sido rechazado por una
institución bancaria previamente. Además, este tipo de créditos
presenta mayores niveles de mora (Duarte et al 2012; Mingfeng et al. 2013; Freedman and Jin 2017; FED, 2014). La legislación debe proteger y
evitar la oferta de productos que lleve a la población al sobreendeudamiento
y la mora, por la falta de evaluación adecuada de los riesgos de los clientes,
así como los riesgos asociados a la inmediatez de las transacciones y pagos (el
famoso compra en “un clic”).
Para evitar los fraudes
financieros, se están tomando además medidas adicionales como son la creación
de unidades específicas fraudes en instituciones y reguladores, algoritmos
replican fraudes, medidas biométricas, alertas digitales, portales información
fraudes, son entre otras, las medidas que se están desarrollando para el uso
seguro de los medios digitales. Los marcos legislativos y de regulación
mantienen en general un enfoque de inclusión e innovación financiera; como
la Ley Fintech (México), y las leyes de dinero móvil desarrolladas en Perú,
Brasil, México, entre otros.
Concluimos entonces con la
necesidad de tener presente las distintas aristas y dimensiones de la
digitalización financiera, acelerada por la pandemia de COVID-19, para que esta
se traduzca en realidad en una mayor inclusión y salud financiera de la
población. Si no se mantiene esta visión integral, las iniciativas podrían no
traducirse en los resultados esperados y la brecha en la vulnerabilidad
financiera será aún más crítica, en especial, para los más vulnerables.