Los bonos temáticos, catalizadores de una recuperación económica sostenible

Los bonos temáticos, catalizadores de una recuperación económica sostenible

Autor: Carole Sanz, Gema Sacristán– Noviembre 02, 2020

Los bonos temáticos son el instrumento ideal para catalizar financiamiento que genere, además de retornos financieros, impactos medibles en el desarrollo social y medioambiental de América Latina y el Caribe.

Cada vez son más fuertes las voces partidarias de que el único camino a seguir para recuperarse de la pandemia es el desarrollo sostenible. Para lograrlo, será necesario catalizar diversos flujos de financiamiento que generen, además de retornos financieros, impactos medibles en el desarrollo social y medioambiental. En este contexto, los mercados de capitales son una fuente vital de estos recursos, específicamente a través de instrumentos como los bonos temáticos.

Estos bonos pueden ser verdes, sociales o sostenibles (los últimos financian una combinación de proyectos verdes y sociales). Su principal característica es que los fondos recaudados se dirigen a financiar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 y de la Agenda de París, y además se alinean a estándares internacionales, como los de la Asociación Internacional de Mercados de Capitales (ICMA), que incluyen requisitos de transparencia con respecto al uso de los fondos.

Bajo ese modelo surgieron los llamados “bonos COVID-19”, en el primer trimestre del año, a fin de financiar proyectos que mitiguen sus impactos, desde equipar centros de salud hasta facilitar la liquidez de pequeñas y medianas empresas. Solo si contamos los “bonos COVID-19” sociales y sostenibles bajo estándares de la ICMA, entre enero y mayo se emitieron más de US$19.000 millones a nivel global, según S&P Global. La cifra sube a US$150.000 millones si incluimos aquellos que no seguían estándares internacionales, según BMO Research.

Las instituciones financieras de desarrollo (DFI, por sus siglas en inglés), entre ellas el BID y BID Invest, vienen liderando estas emisiones, que han demostrado ser muy populares entre los inversores, con ratios de sobredemanda de hasta siete veces los montos ofertados.

Un propósito renovado

La urgencia de contar con una respuesta financiera contundente a la crisis, con instrumentos que garanticen impactos medibles, ha aumentado la relevancia del componente “social” de los bonos temáticos. Solo en la primera mitad del 2020, la emisión de bonos sociales ha sido casi el triple de la registrada en todo 2019, según datos compilados por Refinitiv. De manera similar, la emisión de bonos sostenibles ya es un 30% mayor a la de 2019.

Fue precisamente en ese contexto que ICMA actualizó su Guía de Bonos Sociales, para incluir nuevos segmentos sociales a considerarse como beneficiarios, muchos de ellos severamente afectados por el virus, y nuevas categorías de proyectos. Ello incluye ayudas al desempleo resultante de crisis socioeconómicas y el apoyo a sistemas de salud y seguridad alimentaria.

En la región, los gobiernos fueron los primeros en emitir bonos soberanos para fondear sus programas de alivio a la pandemia. Sin seguir necesariamente los estándares ICMA para bonos sociales o sostenibles, también han visto una gran demanda. De enero a julio, diez gobiernos han emitido bonos soberanos por cerca de US$25.000 millones.

En abril, Guatemala fue el primer país de la región en emitir un bono soberano social como respuesta a la emergencia por US$500 millones. Antes de la pandemia, en enero, Ecuador fue el pionero en el mundo, con un bono soberano social por US$400 millones, que el BID apoyó brindando asistencia técnica y una garantía de US$300 millones.

El camino iniciado por los emisores soberanos y las DFI incentiva el interés de los inversores por este tipo de instrumentos. Con un apetito extraordinario como el observado, se están generando las condiciones ideales para que emisores privados puedan acceder a estas fuentes de financiación en la región. Dicho esto, la emisión de bonos temáticos requiere disciplina en la aplicación y seguimiento de estándares internacionales, para que un bono social sea reconocido como tal. Los inversores, sobre todo los institucionales, están buscando emisores que sigan las mejores prácticas y cumplan con sus promesas de uso de fondos.

En el sector privado, varias compañías internacionales se han sumado a la tendencia. En marzo, Pfizer emitió un bono sostenible por US$1.250 millones, destinado a contribuir a los ODS en medioambiente y salud, que incluye reducir su propio impacto ambiental en la fabricación de vacunas y asegurar el acceso de poblaciones vulnerables a una futura vacuna contra el COVID-19. En mayo, Bank of America fue el primer banco de Estados Unidos en emitir un bono social por $1.000 millones, dirigido a fondear su cartera de créditos a hospitales sin fines de lucro, hogares para adultos mayores y fabricantes de equipo médico de protección.

Cuatro oportunidades de reformas para fortalecer las finanzas subnacionales en la post pandemia

El Cuatro oportunidades de reformas para
fortalecer las finanzas subnacionales
en post pandemia

Autor: Muñoz. A, Radics. A, Rodríguez. A, Smoke. P – Noviembre 12, 2020

La pandemia del coronavirus (COVID-19) que azota a América Latina y el Caribe (ALC) desde el primer trimestre del año, ha tenido un profundo impacto no solo en materia sanitaria sino también en las finanzas públicas de todos los países de la región, tanto a nivel nacional como subnacional. Se prevé que el Producto Interno Bruto (PIB) real se reduzca en un 8.1% en 2020 en la región y se recupere moderadamente en el 2021, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Previo a la llegada del COVID-19, las finanzas intergubernamentales de ALC ya venían experimentando diversos problemas sistémicos y prevalentes. Sin embargo, la pandemia ha expuesto y exacerbado estos problemas, poniendo en riesgo la capacidad de los gobiernos subnacionales (GSN) de proveer bienes y servicios públicos de calidad para sus ciudadanos.

Fortalecer las capacidades de los gobiernos subnacionales cobra mayor relevancia dado el rol protagónico que han jugado enfrentando la pandemia. Dando continuidad al apoyo ofrecido por el BID a los GSN de la región, recientemente, desde la División de Gestión Fiscal organizamos un webinar con nuestra red de expertos en descentralización y gestión fiscal subnacional, para discutir los desafíos y oportunidades de reforma a mediano plazo que la pandemia abre para las finanzas intergubernamentales en la región. Este webinar es parte de una serie de diálogos virtuales que hemos realizado con nuestra red. En mayo realizamos varios encuentros virtuales para discutir la respuesta de los gobiernos subnacionales a la crisis y las lecciones aprendidas al enfrentar la pandemia.

Nuestro más reciente evento contó con presentaciones introductorias de Andrés Muñoz, especialista en gestión fiscal del BID, y Paul Smoke, profesor en la New York University, intervenciones de la mayoría de los países de la red, y comentarios finales de Richard Bird, profesor de la Rotman School of Management de la Universidad de Toronto. A la luz de lo presentado y lo compartido por los países, resumimos aquí los problemas expuestos, oportunidades de reforma, e ideas sobre cómo implementarlas.

Problemas expuestos y exacerbados por la pandemia: tres temas salientes

Hay tres problemas salientes de las finanzas intergubernamentales de la región que la crisis del coronavirus está exacerbando:

Crecientes desequilibrios verticales. Antes del flagelo de la pandemia, los GSN de ALC ya exhibían una alta dependencia de transferencias, que representan en promedio aproximadamente un 5% del PIB, porcentaje que es mayor que para otras regiones en desarrollo. Esta alta dependencia debilita la rendición de cuentas de los GSN con sus ciudadanos, redundando en pereza fiscal, baja calidad del gasto y menores incentivos a la responsabilidad fiscal, entre otros problemas. Este año, la crisis está aumentando los gastos y menguando los ingresos de los GSN de la región, por lo que estos desequilibrios fiscales verticales (la diferencia entre ingresos propios y necesidades de gasto de los GSN) se están ampliando de manera rápida y significativa. Como agravante, los recursos que reciben los GSN por transferencias también se están viendo afectados, lo que pone en riesgo no solo la sostenibilidad fiscal sino también la provisión de bienes y servicios subnacionales esenciales para la población.

Amplias disparidades regionales. En ALC existen importantes disparidades económicas y fiscales entre los GSN de cada país. Por ejemplo, durante 2018 la diferencia entre los gobiernos intermedios (provincias, estados) de ALC que gastaban más a nivel per cápita y los que gastaban menos era en promedio de cuatro veces, mucho mayor que para los países de la OCDE Esto se traduce en grandes disparidades en acceso y calidad de los servicios públicos entre regiones de un mismo paísTambién la pandemia está teniendo impactos regionales asimétricos que, probablemente, incrementarán aún más las disparidades territoriales existentes

Frágil sostenibilidad fiscal. Antes de la pandemia, los déficits fiscales y la deuda a nivel subnacional eran crecientes, aunque relativamente bajos y en la mayoría de los casos aún manejables. En promedio, los GSN de los países más grandes de la región mostraban un déficit de alrededor del 0.5% del PIB y una deuda cercana a 6% del PIB en los países más grandes de la región y con mayor uso de instrumentos de financiamiento. No obstante, esta aparente sostenibilidad fiscal oculta un comportamiento fiscal pro-cíclico, muchas veces provocado por marcos y reglas fiscales rígidas, que promueven reducciones en la inversión pública subnacional y empeoran las perspectivas de crecimiento económico futuro. La pandemia vino a agravar esta situación, generando en los GSN problemas de liquidez y un debilitamiento de la capacidad de pago de sus servicios de la deuda. Adicionalmente, la pandemia está obligando a los gobiernos tanto nacionales como subnacionales a reorientar recursos para atender la emergencia sanitaria, forzando a parar y/o postergar proyectos de infraestructura, acrecentando aún más este problema.

En resumen, la pandemia en curso está exacerbando estos tres problemas tradicionales de las finanzas intergubernamentales de nuestra región.

¿Qué hacer ante la situación? Posibles temas para la futura agenda de reformas

Dada la coyuntura, es probablemente imperativo que los países de la región comiencen a diseñar planes de acción y reformas a las finanzas intergubernamentales para abordar los problemas tradicionales del sector. El objetivo de estos esfuerzos debe basarse en principios claves como la profundización de la autonomía local, el reconocimiento de asimetrías territoriales, la búsqueda de un desarrollo regional más balanceado, el fortalecimiento de la coordinación y cooperación intergubernamental, y la integralidad entre los distintos pilares de los sistemas de descentralización fiscal. Entre las prioridades a considerar destacan:

  1. Mejor gestión, revisión y expansión de potestades tributarias de los GSN. Los GSN de la región necesitan tener suficiencia de ingresos, mayor eficiencia en la recaudación, y un crecimiento equitativo de su recaudación. En cuanto a la suficiencia, la clave es tener ingresos más robustos, diversificados y menos distorsivos. En cuanto a la eficiencia recaudatoria, aspectos como la integración e interoperabilidad de las administraciones tributarias son cruciales, además de la necesidad de realizar una revisión profunda de los modelos de administración tributaria de cada país teniendo en cuenta las asimetrías entre sus GSN. Para el tema del crecimiento equitativo, el impuesto predial y la captura de plusvalías son instrumentos que cobran especial relevancia dada su progresividad y su menor incidencia negativa sobre el crecimiento económico local. Dos países que están implementando acciones en la materia son Perú, que está impulsando un sistema integrado de recaudación tributaria municipal, junto a la actualización de los catastros urbanos; y Guatemala, que está incorporando mejoras dentro de su Sistema Integrado de Administración Financiera para Gobiernos Locales para apoyar la recaudación municipal.
  1. Delineación y coordinación de responsabilidades de gasto. Los GSN, en coordinación con el gobierno central, necesitan hacer más con menos, reduciendo ineficiencias del gasto. Para ello, una de las claves es una mayor claridad en las responsabilidades de cada nivel de gobierno. Esto ayudaría a tener menos duplicación del gasto, además de generar mayor transparencia e incentivos para una mejor rendición de cuentas de los GSN. Por otro lado, la coordinación juega un rol fundamental para la post pandemia, mediante, por ejemplo, compras colaborativas o de agregación de demanda, apoyando la mejora de capacidades y creando arreglos para la planificación intergubernamental de la inversión pública. En este último tema, numerosos países de la región (Argentina, Chile, Colombia y Honduras por nombrar algunos) están diseñando diversas iniciativas orientadas a mejorar la consistencia y capacidad de vinculación entre la planificación nacional y regional, buscando incrementar el impacto de cada uno de los proyectos individuales.
  1. Abordar las disparidades fiscales territoriales. Para el gasto corriente, es clave avanzar en transferencias de igualación que compensen en función de la diferencia entre las necesidades de gasto y la capacidad fiscal a nivel subnacional. De esta manera, se busca que los GSN puedan prestar similares servicios públicos en cantidad y calidad a lo largo del territorio, en base a un esfuerzo fiscal similar. Un enfoque parecido aplica al gasto de capital, estableciendo transferencias de capital con criterios de equidad que compensen en función del stock acumulado de infraestructura de los GSN, o estableciendo transferencias de convergencia económica regional. Al momento, en Chile el gobierno ya envió al Congreso un proyecto de Ley que, entre otros temas, busca reestructurar las transferencias a los gobiernos regionales siguiendo fines de equidad territorial. En Perú, por su parte, se está reformando el Fondo de Compensación Regional (FONCOR) vigente, incrementando su cuantía y mejorando su capacidad distributiva en el territorio.
  1. Establecimiento de mecanismos de estabilización. Para los GSN la predictibilidad en los flujos de transferencias del gobierno central es vital para cumplir con sus servicios públicos y sus compromisos financieros. Hay diferentes formas de mitigar la volatilidad de las transferencias, que van desde incluir elementos contra-cíclicos como, por ejemplo, su vinculación a una tasa fija de crecimiento real, como hizo Colombia por muchos años, hasta la creación de fondos de estabilización, donde México constituye un ejemplo interesante pues, desde hace más de una década, estableció el Fondo de Estabilización de los Ingresos de las Entidades Federativas (FEIEF) con estos fines. Más recientemente, a causa de la pandemia, el gobierno mexicano cambió las reglas de operación y desarrolló un nuevo esquema de financiación del fondo que ayudará a mantener la predictibilidad de recursos hacia los GSN. Por otro lado, Perú está en la etapa de diseño de un mecanismo (Fondo de Estabilización del Canon y Regalías – FOCAR) que ayudará a enfrentar la alta volatilidad de los recursos de transferencias derivados de recursos naturales.

¿Cómo implementar estas reformas para fortalecer las finanzas subnacionales en el mundo post COVID-19?

Para concretar una reforma a las finanzas intergubernamentales, su diseño técnico es apenas el primer paso, y probablemente el más sencillo. Al respecto, es fundamental entender e incorporar consideraciones de economía política, incluyendo su debate legislativo. Algunas ideas para incrementar la probabilidad de éxito de la reforma incluyen:

Identificar los problemas y los puntos de entrada tácticos. En las etapas iniciales de reforma, es aconsejable ir por aquellos ajustes que serán más sencillos de implementar en el corto plazo, que darán los mayores beneficios y generarán menor resistencia por parte de otros actores involucrados (ir por los “mangos bajitos”). Los resultados de corto plazo tienden a legitimar la reforma ante los diversos grupos involucrados (incluyendo la opinión pública), y ayudan a reforzar la voluntad política necesaria para avanzar con la reforma. También es vital identificar claramente los problemas que se busca resolver, junto a su origen, para evitar desperdiciar recursos limitados y desmotivar a los interesados. Por ejemplo, se pueden realizar grandes inversiones en actualización de catastros sin ningún efecto en los resultados de recaudación; esto porque la ciudadanía puede optar por no pagar el impuesto predial porque siente que los servicios públicos provistos por el gobierno son inadecuados. En casos como este, tal vez convenga invertir primero en campañas de difusión donde se explique a las personas por qué es importante el pago del impuesto para la mejora de los servicios[5].

Construir acuerdos políticos e institucionales. En cualquier reforma, y en particular en aquellas a la descentralización fiscal, es importante identificar socios que puedan asumir el compromiso de impulsar su implementación. Con esto en consideración, es clave tener la mente abierta a negociar por lo menos ciertos aspectos de lo propuesto. Para estas negociaciones es básico establecer -y empoderar- los mecanismos de coordinación intergubernamental para el diseño e implementación de las políticas; crear, dentro de las reformas, incentivos al desempeño (ya sean legales, políticos, o financieros) para mejorar su implementación; y tomar muy en cuenta las asimetrías de los GSN. En resumen, es esencial incluir en la reforma elementos que vengan de los propios GSN; ya que muchos procesos de reforma tienden a tomar en cuenta los objetivos del gobierno central, pero dejan de lado las demandas y objetivos de los propios GSN.

Construir capacidades en secuencia apropiada. Es esencial que, durante la implementación de las reformas, desde el gobierno central se apoye en el monitoreo y asistencia técnica a los GSN que lo requieran. En la medida de lo posible, y pasando la etapa de pandemia, esta asistencia debería darse in situ para generar confianza y lazos más fuertes entre los diferentes niveles de gobierno. Asimismo, en el diseño de reformas deberá enlazarse la asistencia y construcción de capacidades a las funciones específicas que vayan siendo asumidas por los GSN. Finalmente, es clave construir capacidad en temas de gobernanza, y no solo enfocarse en las capacidades técnicas.

Reflexiones finales

Desde la División de Gestión Fiscal del BID, sabemos que atender las necesidades de corto plazo derivadas de la pandemia del coronavirus es apremiante para todos los países de ALC. No obstante, la post pandemia está a la vuelta de la esquina y aquellos gobiernos que estén mejor preparados, con planes más avanzados y concretos, serán los que mejor naveguen esta próxima etapa.